Intentar asesinar al amor de tu vida,
como respuesta a una
ofensa o daño recibido,
puede ser tan terrible como la muerte física.
De aquí que matar con la mente,
de manera conceptual es mejor.
¡Borrar al ser en cuestión!,
¡arrojarlo a la nada!,
que el daño recibido desaparezca,
cambiarnos nosotros mismos
y arrojar el amor al caño.
Platón dice que el amor
es abundancia y pobreza,
que por exceso o por carencia queremos amar.
Pero pudiéramos dudar del amor,
que no somos amados
y reaccionar con deseos de venganza,
querer asesinar,
tanto física como intelectualmente,
al amor de nuestras vidas.
Despechados podemos
ser crueles,
involucrar familiares y amigos,
puede surgir la tragedia.
¡Odiar no conduce a nada bueno!
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