viernes, 13 de enero de 2012

NOVELA: Pedro J ALvarez: Entre la realidad e irrealidad. Capítulo 01


CAPÍTULO I
… Otoño.
 


Las inquietas nubes empujadas por el viento, avanzan hacia el ave herida, que lenta sus alas agita, penetra en oleadas color blanco y quizá comulga por última vez. ¡La sangre moja su cuerpo emplumado!



Desde el cielo una mancha que baja. ¡oh! ¡Enorme sorpresa! Una paloma blanca   cayó sin vida. ¡Triste confusión!
¡Llueve sangre en esta gris mañana! Se desparrama e inunda la tierra de un color rojo carmin,






La sangre que se derrama en esta tierra caliza es absorbida por los huizaches, órganos y nopaleras. En estas tierras la existencia humana es difícil y a veces heróica.

Si volteamos la mirada a otro punto del paisaje, descubriremos la carne descompuesta de coyote que está atrayendo moscas de alas metálicas que destellan y algunas hembras aprovechan, además de alimentarse. para depositar sus huevecillos.

Sigamos en un círculo de 360 grados, a lo lejos un caballo pinto cojea, sangra de su pezuña izquierda y como leguas ha recorrido en esta tierra calurosa,  suda. Se siente mojada la piel. 

De repente: ¡Salta un puma sobre los cabellos pintos del hermoso ejemplar y clava sus garras y sus dos colmillos, en el costado del animal!




El sol con su crepúsculo ensangrentado irradia los últimos destellos y cubre el cuerpo del campesino, muy tostado por el calor.

En otro exremo del paisaje, dos botas borrachas se tambalean… caminan varios pasos y se tropiezan al impactarse con el grueso madero, efecto de caer sobre un cactus y espinarse, al mismo tiempo de morder el polvo calizo.

Podemos observar al borracho, que por estas tierras desafía su suerte y podemos preguntarnos: ¿quién es?.
Al voltearse y revelar su rostro, a la vez que en la hebilla del cinto podemosa leer la palabra ¡Pedro!

Debido a la tremenda borrachera y a tanto sol, deliraba con palabras incoherentes y era como si viera nacer al mundo, ya que la insolación intensa lo hacía hablar sin cordura, a tal grado que ni siquiera sabe dónde está. 

Después de que el sol se ocultó y esto le salvó la vida,  siente que agoniza, necesita beber agua y la sed lo atormenta. Este sufrimiento lo lleva a delirar y como si fuera una película e su vida y en alta velocidad... su pasado emerge… recuerda:
Una mañana en que un calor sofocante molestaba mi cuerpo, me dispuse a escapar de la loca carrera del vivir, extraviarme y a la vez me preguntaba ¿por qué huír? 
No podía menos que hacerme una confesión, pero esa información que tenía de la huída no me comunicaba nada y tampoco era una reflexión,  no tiene alguna utilidad y es inverosimil.
Lo cierto es que desde los primeros años de la infancia, ayudaba a los vecinos a labrar  sus tierras, en los alrededores del pueblo, donde la tierra está fértil, aquí en “La providencia”, donde nací, pero detrás de esa tierra estaba el límite de mi vida.
Cierto que habitan hombres fuertes curtidos por el sol y ellos, los campesinos, eran mis paisanos, así que era un niño fuerte e impulsivo, que gritaba en las fiestas del pueblo:  ¡Viva la providencia!

Hablando de fiestas, hoy  está de fiesta el pueblo, se escuha la música de banda y hay mucha gente dando la vuelta a la Plaza: los hombres en sentido contrario de las mujeres, para admirarlas, piropearlas y conocerlas.
Mientras lo anterior sucedía, Pedro, en su delirio se accionaba su memoria y empezaba a revivir cuando empezó a trabajar en el campo, creyendo, ingenuamente, que el trabajo del campesino no era duro (difícil). 
Sin embargo, tenía ganas de demostrarle a sus paisanos que podía ser el más rápido, además creía que tenía la estatura suficiente para lograrlo y sobre todo. se sentía muy fuerte, así que trabajar en el campo sería cosa de niños y en un dos por tres terminaría lo que le enomendaran.
La resolución y confianza en sí mismo era tal que se dispuso a escavar los surcos para la conducción del agua de lluvia, utilizando el pico y la pala, no le llevaría muchas horas y tendría tiempo para después arar, con la yunta de bueyes… pero esta tierra se burló de él.
No avanzaba en el trabajo y aunque se sentía fuerte, alto y rápido, la verdad es que  no dejaba de ser un adolescente, por eso los surcos no cedían y resistían el embate de su determinación y creyendo terminar primero, fanfarroneó con el capataz  diciendo que ya había terminado el primer surco, pero al medirlo le indicó que le faltaba profundidad, de tal forma que, aunque deseaba ser el primero resultaba ser el último. ¡Quería terminar primero que todos!. 

¿Por qué otros más viejos y menos fuertes terminaban primero que él ? Se sentía poderoso y grande, pero tuvo que bajar la cabeza y humillarme ante la triste realidad. 


Los paisanos, a fin de cuentas hombres de campo,  eran superiores a él.
¿Cómo pudo pensar que podía ser mejor que ellos a los 15 años. Tenía que aceptar que todavía, al menos por el momento, no era mejor que ellos y más aún, reconocer que había muchas cosas en que no sería mejor y además que le daba miedo caminar en la oscuridad.
Le daba pavor que se le aparecieran los fantasmas, pero más le asustaba la posibilidad de que se le apareciera el diablo.
... Con el paso del tiempo se disolvió el miedo porque nunca aparecieron.
Cierto que en ese tiempo de adolescencia quería ser un hombre y no era más que eso, un adolescente, hace poco un niño, acostumbrado a pedir misericordia ante Dios, por lo que  se acercaba a los crucifijos, a la imagen de Jesús crucificado, considerado hijo de dios, pero atrás de esta creencia le amenazaba la nada.
No sólo amenazaba su vida con desaparecerlo para siempre sino que también lo llevó por caminos inciertos, no seguros y sin proyecto de vida, por lo que  abundaban las pesadillas y monstruos podían atormentarle.
La vida vacía se llenaba de fantasías tenebrosas y por tanto, aparecían monstruos deformes y pedazos de figuras sin sentido, terribles figuras sin ritmo y en caos.
El tiempo paso por la adolescencia y entre un ambiente de pasión y arrebatos, sin un programa de actividades, su vida se torció y esto le significó un desafío  tempranero.
Pedro recordaba que en sus primeras aventuras seguía pequeñas huellas desconocidas de animales, y le gustaba mirar también las que iba dejanto atrás, al fin y al cabo también animal.
Se cuestionaba: ¿que pasó antes de que fuera arrojado al mundo? y esto le hizo extrañarse y pensar que las creencias religiosas que tenía no eran del todo ciertas, pero le atormentaba  que pudieran ser considerados sus pensamientos como una blasfemía, ya que debiera creer, a ciegas, lo que le inculcó su madre.
Dentro de la religión se cree que todo lo que existe en el universo es creación divina. Lo anterior se asemeja a la magia, de tal manera que cada hombre es producto de la magia, por así decirlo, efecto del dedo divino y esta creación, hace que los hombres dependan de un Dios,

pero también del hábitat del mundo
y más allá, detrás de lo visible y lo invisible. en el macrocosmos y microcosmos, también se considera como creación de Dios.
Sin embargo, yo Pedro, fui creado por un escritor, por lo que la mayor parte de mis actuaciones son fantasías, pero también hay mucho de realidad.
Pensaríamos que Pedro tiene asegurada su existencia en la novela,  pero no es cierto, no hay un lugar privilegiado para él.
 Pedro se va modelando conforme el discurso avanza, haciéndose sin prisa, sin presión del tiempo, más allá de los minutos y segundos, y además tiene la capacidad de cambiar porque cada día  que pasa en su vida es diferente a la de los demás”.
Seguía en su delirio Pedro y las páginas escritas de su historia se acumulaban. Cada página escrita lo llevaba por inciertos caminos y para sobrevivir en la novela, tendría que dejar de ser miedoso y darse  el valor para cuidarse, no sin temor, de que lo matarán sus enemigos o no poder apropiarse de su propia vida, es decir, que la parranda y el juego lo hicieran ingobernable.
Sí pensamos razonadamente la novela como la suma de dos más dos son cuatro, no la entenderemos porque la vida humana no es matemática, no es producto de una reencarnación y tampoco de una razón sino de una concepción. ¡No importa que el resutlado sea cuatro y este sea verdadero!
 
Deliraba Pedro diciendo que era ya un triunfador y que no necesitaba ganar la gloria del cielo, quería introducirse en las inmensas playas del universo del placer. ¡Son muy grandes!
Tocando puertas de la oscuridad, una y otra vez las abría y entraba.
Cierto que se mareaba por la vida licenciosa que llevaba y por eso, no acertaba la dirección correcta a seguir y la confusión aumentaba.
Lejos de rectificar el camino, deja pasar el tiempo y su vida se va marchitando. ¡No cree que la muerte pudiera visitarle pronto!
Delirando Pedro empieza a recordar la primera noche que dejo a su  familia, queriendo escapar de todo los problemas familiares, personales  y de otros que desconoce: los fantasmas y los dioses.
Pasó una noche infernal en su primera noche fuera de casa... Lo decidió al regresar de ordeñar las vacas, lo cual es costumbre en su rancho.
Enojado porque no había luz y que los perros con dientes filosos lo amenazaban, ya que defendían su territorio y querían morderlo e incluso había un lobo.
Pero lejos de tener temor al lobo y a los perros, comenzó a perseguirlos con un cuchillo de monte por todo el pueblo.

Después se puso a tocar la armónica y se quedó dormido en el suelo.
Al otro día divisó una muchacha que decía estaba chula.
Delirando recordó que robó un caballo para seguir la aventura hacia lo desconocido y  alejarse de los monstruosos que lo perseguían.
Quería seguir un nuevo camino, aunque sin tener el conocimiento ni las experiencias adecuadas, lo robó e imaginaba que volaba por los aires y cabalgó entre nubes.

Una vez hecho, se fue a visitar a la “Coyota” que es la más prostituta del rancho.
Todavía era de madrugada y como no tenía sueño, se dispuso a tocar su armónica y cantar,  mientras cabalgaba la “prosti” lo acompañaba a cuestas, diciéndole que cantaba muy feo, que se callara porque iba a despertar a todo el pueblo, pero no le hizo caso. 
Sin embargo pronto llegaría a un mesón y podría entrar a un cuarto para contar ovejas y ciervos copulando y eso haría con "La coyota".
Exhausto por la noche de placer, la “prosti” se había ya enojado  porque no la dejaba dormir, discutieron y  se fue por aquella vereda... se perdió a lo lejos.
No le importó a Pedro, no quería seguirla y prefirió dormir sin percatarse que en ese cuarto abundaban las arañas patonas, con ojos rojizos y otras con cuerpos fluorescentes, que pasaron sobre su cuerpo, pero no se inmutó estaba en profundo sueño.
 Pudiera estar muerto y no darse cuenta porque: ¿No es acaso la muerte un sueño del cual nunca se despierta? Más bien no es un sueño: ¿Es una desconexión de la vida?
Tenemos derecho a vivir nuestra fantasía y preguntarnos ¿qué hacía Pedro en un lugar tan extraño? ¿Qué hacía recordando este lugar tenebroso 40 años después de haber sido creado? ¿Por qué no podían despertarlo las arañas? ¿Sería por la borrachera, el cansancio o porque no le importaba morir? Se sospecha del escritor.

El frio  y la actividad de la gente hizo despertar a Pedro, además de un rebuznido y algunas voces. ¡Ya está listo el pozole! ¡Campesino despiértese ya! Es hora de almorzar.
¡Ya lo creo! – contestó Pedro.


Comentaba que muchas personas mueren cuando duermen en la intemperie y sobre todo con estas frias y heladas mañanas. Es una muerte muchas veces por hipotermia, a lo mejor eso le va a suceder a la “Prosti”.
Después del pozole, se dirigió a las caballerizas y se llevó la sorpresa que su caballo ya no estaba, se lo habían robado. ¡La pinche prosti! ¡Hija de la mala vida!, seguramente regresó y se lo llevó. Se consolaba pensando que ¡Ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón! Pero después amenazaba: ¡si la veo la mato!
Ni modo, esperaré a que llegue la gua gua (camión), mientras tomaré el sol y dormiré otro poco.
Al poco rato llegó y pagó al subirse al camión. El chofer dijo que eran treinta pesos y lo llevó al poblado más cercano, donde decidíó entrar a un hotel de mala muerte y dormirse, no importando que fuera todavía aún de día... confiesa en su delirio,  que durmíó como queriendo nunca despertar jamás.


Al siguiente día, ya en la tarde, salíó del hotel y se abrió paso entre los comerciantes que invadían las banquetas. Voltió  hacia la carretera donde caballos, vacas y borregos cruzaban la carretera.

Más tarde caminó hacía el sur donde pasaba el camión que lo dejaría en el poblado de “Tepache”. Sin embargo, al lugar que había pensado llegar nunca llegó. ¿Por qué? No tenía conocimientos de geografía y por eso se equivovó con otro pueblo que tenía el mismo nombre, lejos de la frontera del vecino país, donde quería llegar.

La entrada al vecino país del Norte, donde los sueños de dinero y poder están a la orden del día, tendrían que esperarse, todavía sería un sueño no realizable, ya que los sueños eso son, sueños.
Tenía que ponerme listo ("a las vivas") y observé a un pasajero que estaba tomando cerveza, al parecer con un amigo.
En un asiento de adelante estaba sentado y al lado estaba una extranjera, y estos borrachos querían les hiciera caso, por lo que me invitaron a beber y ya en confianza, uno de ellos  dijo que quería sentarse con la güera.
Dejé que se sentara en mi asiento, de esta manera pude hacerme de “amigos". No  pasó mucho tiempo en que el chofer me dijo que regresara a mi lugar y  la güera estaba muy enojada, no se que tanto me dijo en inglés.
Después me bajé con ellos en un pueblo que no conocía para seguir la parranda. Lo primero que hicimos fue visitar a las chicas malas, abandonadas a la perdición (qué puede decir Pedro, también estaba perdido y quizá más que ellas).
Cadáveres vivientes semejantes a figuras femeninas circulaban entre los clientes, de diferentes tamaños, cruzaban las mesas ofreciendo coqueteos y mostrando sus atributos.
Pasan las horas entre el alcohol, el cigarro y la gente, ganado una noche de borrachera pero sin destino.
Pero ¿qué podría pasar? ¿Acaso surgiría una pelea a machetazos o a navajazos o en el mejor de los cazos a balazos?
Rodaban los dados arrojados desde el cubilete, se detuvieron en un par de seises y tres reinas.
Mientras mi compañero fortuito de parranda se fue al cuarto con una “reina” y no de la realeza, sino de la perdición, bien perdido.


No se cuanto tiempo pasó, ya borracho empecé alzar la voz y reconocerme como Pedro…  ese animal humano que gritaba que era de "La providencia"que ahí nació, en una tierra de hombres muy machos y valerosos, y entre calurosas tierras de olor a tequila, huarache y ganado.

Gritaba que era huérfano de padre, que su madre tiene que trabajar como cocinera para mantenerlo y que no le importaba, ya que vagar, chupar y disfrutar es lo suyo y que además, el mundo se va acabar.
Sin embargo tendríamos que cuestionar  si se puede disfrutar  la perdición: ¿Se puede disfrutar la perdición? 
Pudiera sucederle a Pedro que al entrar en el camino de la perdición, como no está preparado para escapar, morir en el vicio. 
Juan, el amigo de Pedro, tenía la cara empapada de sudor debido a  tantos ademanes, gestos y movimientos... ¡hace mucho calor! ¡Otra cerveza! ¡Paga mi amigo!


- ¿Cuál amigo? ¡No tengo amigos! ¿Acaso te pido que me consueles?
¡Soy Pedro el que no respeta la vida! ¡Soy muy macho! y ¡ando muy mal y borracho!
¡Soy Pedro! y les gusto a las mujeres por mis ojos verdes, pero en estos momentos los tengo rojos, son infernales, son color lumbre... muy diabólicos…

Autor: J Francisco Gutiérrez Torres
Ilustraciones: Banco de imágenes google










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