domingo, 28 de agosto de 2011

DE POLÍTICAS CULTURALES: Las políticas culturales en México.

 15 años de TLCAN (1994-2008)

“Cultura (…) es el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.

Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales, UNESCO.
México, 6 de agosto de 1992

Resumen: Esta comunicación define y propone cómo entender a las políticas culturales en la actualidad y caracteriza las particularidades de las lógicas y diseño de las políticas culturales en México, durante los últimos 15 años en el marco del TLCAN.

Problematiza, principalmente, en las políticas públicas que tienen que ver con las industrias culturales y las consecuencias de éstas tanto en la estructura del sector como en el acceso al consumo y producción cultural de ese país latinoamericano. Asimismo, plantea las contradicciones que se advierten en la política cultural del Estado Mexicano tanto al interior de su marco jurídico.

Otro aspecto que discute la comunicación, es la importancia de atraer la lógica del diseño y concepción de las políticas de las comunicaciones desde un anclaje cultural y sustentado en los derechos culturales, sobre todo para pensar a los Sistemas de Radiodifusión de Servicio Público, al entenderlos como uno de los principales, vectores y contrapesos, frente a la lógica mercantil neoliberal-, para impulsar la diversidad cultural, el pluralismo y la construcción de ciudadanía. Este trabajo se apoya en los tres procesos de observación planteados por el investigador estadounidense Vincent Mosco: la estructuración, la mercantilización y la espacialización (Mosco, 1996; 2009). Asimismo para definir a las políticas culturales y las industrias culturales en la actualidad recurrimos a Néstor García Canclini (1983 y 2006), Nicholas Garnham (1990; 2000 y 2005) David Hesmondhalgh (2002;2005), Andy Prat (2005) y Ramón Zallo (2003).

Puntos de partida teórico-metodológicos.
Es importante ubicar que este artículo sigue la propuesta de la Economía Política de la Comunicación y la Cultura, al analizar la producción, la distribución y los consumos de los productos simbólicos en el contexto del capitalismo global (Garnham, 2005:18). En esa misma línea siguiendo a Vicente Mosco, entiendo como puntos de entrada del análisis de la comunicación y la cultura a los procesos de mercantilización, especialización y estructuración (Mosco, 1996; 2009). 

Por lo tanto, el estudio hará hincapié en el desarrollo histórico- estructural en el que se han desarrollado las políticas culturales en el país Latinoamericano desde la entrada en vigor del TLCAN, haciendo énfasis en las dinámicas que tienen que ver con las industrias culturales. Asimismo, es de mi interés distinguir los procesos de mercantilización en los que se encuentra el sector de la cultura. En este apartado es importante delinear los presupuestos básicos de la investigación. De tal forma que propongo observar a las políticas públicas culturales, en un sentido amplio y pragmático, como aquellas leyes, reglamentos, programas, fondos y acciones estatales que se encargan de proteger, financiar, promover e incidir en la organización del sector cultural.

Sobre el particular García Canclini, desde una visión antropológica cultural propone entender a las políticas culturales como el conjunto de acciones que realizan los diversos agentes para orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales y obtenerconsensos o disenso sobre un tipo de orden socialŗ (García Canclini, 1987).

En esa misma línea, Yúdice y Miller nos dicen que la política cultural se refiere a los soportes institucionales que canalizan tanto la creatividad estética como los estilos colectivos de vida: es un punte entre los dos registros el antropológico y el estético-. La política cultural se encarna en guías para la acción sistemáticas y regulatorias que adoptan las instituciones a fin de alcanzar sus metas (Miller/Yúdice, 2004:11).

Coincidiendo con la investigadora María Figueroa pensamos que las políticas culturales parten de una concepción explícita o implícita sobre cultura, la identidad, el perfil del estado y, por supuesto, sobre lo que hay que fortalecer y lo que hay que excluir y desaparecer.

Así, puede haber políticas culturales aristócratas, elitistas, excluyentes de la diversidad, que, históricamente han respondido a la necesidad de conformar a los estados nación sobre la base ficticia de que descansa en una identidad única y homogéneaŗ (Figueroa, 2006:179).
Por otro lado, reconocemos la discusión y distintas posiciones sobre qué es lo que compete al ámbito cultural y el desarrollo simbólico o; qué es un objeto o producto cultural (Williams, 1987; Bustamante, 2002; Hesmondhalgh, 2002; 2005; Miller/Yúdice, 2004; Pratt,
2005).

Sin embargo este artículo no entrará en ese debate, por lo que mi punto de partida es la práctica concreta de los Ministerios de Cultura y de la UNESCO.
Parto del presupuesto fundamental de que entendemos a la cultura como un bien público y, por lo tanto, debe ser objeto del poder público su rectoria.
Existen varias definiciones de cultura que, no obstante, desde una mirada antropólogica y sociologica, existen ciertos consensos, en ese sentido recomendamos revisar (Williams, 1994; García Canclini, 1982). Desde esa perspectiva la UNESCO en su Declaración de México sobre Políticas Culturales, (1982), definió a la cultura como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social.
Ella engloba además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias. Es importante recordar que la primera vez que se planteo la idea de políticas culturales en la UNESCO fue en 1969 con el texto Cultural Policy: a Preliminary Study. Paris: UNESCO.
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En este sentido, observo que el ámbito que compete a las políticas culturales son los siguientes rubros: las artesanías, las bellas artes pintura, escultura, arquitectura,música clásica-, las artes escénicas, el patrimonio cultural5 inmaterial -las leyendas, las costumbres, las tradiciones o, incluso, la gastronomía- y material -museos, sitios
arqueológicos, reservas naturales, etc.- y; las industrias culturales6-televisión, radio, cine, periódicos, revistas, libros, grabación de música, videojuegos y la publicidad, así como las distintas expresiones de éstos en el Internet (Gómez, 2008)-.
En algunos países también se incluye a los deportes profesionales y al turismo dentro del sector cultural. En este sentido, coincido con el investigador Británico Andy Pratt, cuando plantea que no necesariamente debe de haber una definición universal de las formaciones culturales situadas en tiempos y espacios, la respuesta debe de ser local en términos de definición cultural y política (Pratt,
2005:33).

El Patrimonio Cultural, desde la perspectiva de la UNESCO, constituye la herencia que nos han transmitido nuestros ancestros de generación en generación y que encierra lo mejor y mássignificativo de las personas, de un pueblo o de una unión de pueblos que conforman una nación.
Entendemos a las industrias culturales como aquellas instituciones que están directamente relacionadas con la producción social de sentido (Hesmondhalgh, 2002:11) en forma de mercancias y bajo las condiciones del capitalismo de mercado (Garnham, 2000:39).
Otro aspecto que hay que distinguir sobre las especificidades de las industrias culturales, siguiendo a Hesmondhalgh, es que sus productos tienen como su principal objetivo la comunicación de un texto simbólico, una historia, un relato, melodía, una idea, etc-. Esto es importante señalarlo para distinguir, por ejemplo, lo que significa un automóvil, pues este puede ser pensado como un producto cultural, sin embargo, a diferencia de los productos de las industrias culturales, el principal alcance del automovil no es el sentido o lo simbólico, sino el transporte (Hesmondhalgh, 2002:12). En otras palabras, su particularidad se relaciona directamente con su valor de uso, aunque su valor de cambio esté relacionado directamente con su valor simbólico.
Otro aspecto que hay que plantear en este apartado es que dentro del conjunto de las políticas culturales deben estar contempladas en un subconjunto las políticas de comunicación, puesto que la relación intrínseca entre la comunicación y la cultura es ineludible y ambas se dan sentido (Barbero, 2008).
No obstante, se advierte que en la actualidad la transversalidad de políticas públicas, en general, están siendo articuladas desde lo económico y, en el caso de las políticas de comunicación la centralidad de lo tecnológico es dominante (Garnham, 2005).
Antecedentes
La investigación se enmarca en los últimos 15 años de políticas culturales en México en el contexto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte entró en vigor en 1994-, desde entonces las controversias no han sido pocas, distintos sectores de los tres países miembros se han quejado sobre varios rubros (Vega, 2005). Asimismo la interdependencia económica, la inversión y los flujos migratorios entre los tres países se han incrementado (Weintraub, 2004). Sobre todo se advierte una interdependencia económica activa entre EE.UU. y Canadá y entre EE.UU. y México. En cambio la relación comercial Canadá-México sigue siendo poco significativa.
Las asimetrías entre los tres países del TLCAN son amplias, sobre todo en términos socioeconómicos, por ejemplo, mientras que el Producto Interno Bruto Per capita de Estados Unidos era de 45,845 dólares y el de Canadá de 38,435; el de México a penas era 12,774 mil dólares en el 2007.
En ese mismo sentido si revisamos el índice de desarrollo humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), México se encuentra en el lugar número 51, mientras que Canadá y EE.UU en los lugares 3 y 15 a nivel mundial, respectivamente (UNDP, 2008). México ocupa una extensión cercana a los 2 millones de km², tiene una población de 105 millones de habitantes, por lo que se trata de la nación hispanohablante con mayor población. Por otra parte, el español convive en México con 62 lenguas indígenas, reconocidas oficialmente como nacionales por el Estado mexicano. La población étnicamente está repartida en un 75% por mestizos, 12% por indígenas; 12% de origen europeo y el restante 1% esta compuesto por Afro-mexicanos, Asiático-mexicanos y Arabigo-mexicanos (INEGI, 2005).
En cuanto su forma de gobierno es una República Federal y es considera como una nación en transito hacia la normalidad democrática desde la segunda mitad de los años noventa.
En el caso específico de esta investigación, está centrada en lo referente a las políticas culturales, que antes de la firma del TLCAN generó intensos y significativos debates en México. Sobre todo por que el gobierno mexicano no recurrió a la cláusula de la excepción cultural que el gobierno canadiense había incorporado en el Canada-U.S. Free Trade Agreement- CUSFTA- en 1989 (Mosco, 1990:46).
El intercambio comercial entre Estados Unidos y Canadá asciende a un valor medio diario de 1.200 millones de euros. Es la relación comercial bilateral más intensa del mundo (El País, 18 de Febrero,
2009).
El PIB de los tres países en el 2006 eran los siguientes: Canadá 1,201 miles de millones de dólares, México 1,267 miles millones de dólares y; EE.UU. 13,132 miles de millones de dólares (OCDE,
2008).
En ese Acuerdo bilateral “Las industrias culturales están eximidas de las disposiciones de este acuerdo” (Artículo 2005(1)). Por lo tanto, consiguieron proteger, en parte, a las industrias culturales canadienses, logrando no ser incluidas en el libre flujo de mercancías e inversiones (Bonfil Batalla, 1992:159).

Es importante recordar que ese Acuerdo impulsado en los años ochenta, por el entonces presidente republicano, Ronald Reagan planteó una nueva relación entre los dos países norteamericanos y, sobre todo, mostraba la propuesta estadounidense para dirigir la economía mundial (Mosco, 1990).

Es decir, este Acuerdo fue planteado en función de las lógicas comerciales y políticas que los Estados Unidos buscaban impulsar en los acuerdos comerciales internacionales como el GATT- en la Ronda de uruguay de 1993- y posteriormente en el TLCAN. Vicent Mosco entendió al acuerdo de libre comercio como un discurso, es decir, en sí mismo es un producto cultural con unas visiones y un lenguaje que reflejan la cultura del capitalismo estadounidense. Esencialmente, el FTA es una exportación cultural de EE.UU. a Canadá, y que, si tiene éxito, se exportará a otros países (Mosco, 1990: 45).

En este sentido coincidimos con Mosco e incluso, podemos decir que, justamente es desde esa perspectiva como entendemos las problemáticas, distorsiones y contradicciones que ha agudizado el TLCAN después de quince años de vigencia, puesto que las lógicas y características desde las que fue planteado no eran acordes a las características culturales y condiciones socioeconómicas de gran parte de la población mexicana.

En cambio, el TLCAN está hecho a la medida de las características y necesidades de las grandes empresas transnacionales y de los grandes capitales de los tres países. En donde los estadounidenses son mayoría.
Debemos recordar que el objetivo de la administración Salinas (1988-1994) con el TLCAN y su proyecto económico era el de acelerar la modernización de México por medio de la inversión privada, tanto nacional como extranjera, las mismas que crearían un gran número de fuentes de trabajo y mejoraría los niveles de desarrollo. En resumen el gobierno encabezado por Salinas promovió la idea de que la firma del Tratado le abría a México las puertas al primer mundo (De la Garza y Velasco, 2000).

Rodrigo Gómez García, Profesor investigador de tiempo completo (TC) en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Cuajimalpa. Actualmente coordina el Observatorio de las Industrias, las Políticas y los Consumos Culturales en dicha universidad. En el 2008 obtuvo el donativo Faculty Research Program (FRP) otorgado por la Embajada Canadiense para hacer un artículo de investigación sobre las industrias culturales mexicanas y canadienses en el marco del TLCAN. Ex presidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación 2007-2009.

EMAIL: rgg28jaguar@gmail.com y rgomez@correo.cua.uam.mx.
 

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