domingo, 28 de agosto de 2011

CARICATURA POLÍTICA: "pesada carga del hombre blanco".

LAS RAZAS INFERIORES

Caricatura política que muestra la "pesada carga del hombre blanco". Durante el siglo XIX, los imperios coloniales justificaron sus conquistas militares en Asia y Africa con el pretexto de llevar la civilización a pueblos que juzgaban salvajes por no ser tecnológicamente avanzados y tener una moral diversa a la cristiana, cuando no por pertenecer directamente a una "raza inferior".



DE POLÍTICAS CULTURALES: Las políticas culturales en México.

 15 años de TLCAN (1994-2008)

“Cultura (…) es el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.

Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales, UNESCO.
México, 6 de agosto de 1992

Resumen: Esta comunicación define y propone cómo entender a las políticas culturales en la actualidad y caracteriza las particularidades de las lógicas y diseño de las políticas culturales en México, durante los últimos 15 años en el marco del TLCAN.

Problematiza, principalmente, en las políticas públicas que tienen que ver con las industrias culturales y las consecuencias de éstas tanto en la estructura del sector como en el acceso al consumo y producción cultural de ese país latinoamericano. Asimismo, plantea las contradicciones que se advierten en la política cultural del Estado Mexicano tanto al interior de su marco jurídico.

Otro aspecto que discute la comunicación, es la importancia de atraer la lógica del diseño y concepción de las políticas de las comunicaciones desde un anclaje cultural y sustentado en los derechos culturales, sobre todo para pensar a los Sistemas de Radiodifusión de Servicio Público, al entenderlos como uno de los principales, vectores y contrapesos, frente a la lógica mercantil neoliberal-, para impulsar la diversidad cultural, el pluralismo y la construcción de ciudadanía. Este trabajo se apoya en los tres procesos de observación planteados por el investigador estadounidense Vincent Mosco: la estructuración, la mercantilización y la espacialización (Mosco, 1996; 2009). Asimismo para definir a las políticas culturales y las industrias culturales en la actualidad recurrimos a Néstor García Canclini (1983 y 2006), Nicholas Garnham (1990; 2000 y 2005) David Hesmondhalgh (2002;2005), Andy Prat (2005) y Ramón Zallo (2003).

Puntos de partida teórico-metodológicos.
Es importante ubicar que este artículo sigue la propuesta de la Economía Política de la Comunicación y la Cultura, al analizar la producción, la distribución y los consumos de los productos simbólicos en el contexto del capitalismo global (Garnham, 2005:18). En esa misma línea siguiendo a Vicente Mosco, entiendo como puntos de entrada del análisis de la comunicación y la cultura a los procesos de mercantilización, especialización y estructuración (Mosco, 1996; 2009). 

Por lo tanto, el estudio hará hincapié en el desarrollo histórico- estructural en el que se han desarrollado las políticas culturales en el país Latinoamericano desde la entrada en vigor del TLCAN, haciendo énfasis en las dinámicas que tienen que ver con las industrias culturales. Asimismo, es de mi interés distinguir los procesos de mercantilización en los que se encuentra el sector de la cultura. En este apartado es importante delinear los presupuestos básicos de la investigación. De tal forma que propongo observar a las políticas públicas culturales, en un sentido amplio y pragmático, como aquellas leyes, reglamentos, programas, fondos y acciones estatales que se encargan de proteger, financiar, promover e incidir en la organización del sector cultural.

Sobre el particular García Canclini, desde una visión antropológica cultural propone entender a las políticas culturales como el conjunto de acciones que realizan los diversos agentes para orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales y obtenerconsensos o disenso sobre un tipo de orden socialŗ (García Canclini, 1987).

En esa misma línea, Yúdice y Miller nos dicen que la política cultural se refiere a los soportes institucionales que canalizan tanto la creatividad estética como los estilos colectivos de vida: es un punte entre los dos registros el antropológico y el estético-. La política cultural se encarna en guías para la acción sistemáticas y regulatorias que adoptan las instituciones a fin de alcanzar sus metas (Miller/Yúdice, 2004:11).

Coincidiendo con la investigadora María Figueroa pensamos que las políticas culturales parten de una concepción explícita o implícita sobre cultura, la identidad, el perfil del estado y, por supuesto, sobre lo que hay que fortalecer y lo que hay que excluir y desaparecer.

Así, puede haber políticas culturales aristócratas, elitistas, excluyentes de la diversidad, que, históricamente han respondido a la necesidad de conformar a los estados nación sobre la base ficticia de que descansa en una identidad única y homogéneaŗ (Figueroa, 2006:179).
Por otro lado, reconocemos la discusión y distintas posiciones sobre qué es lo que compete al ámbito cultural y el desarrollo simbólico o; qué es un objeto o producto cultural (Williams, 1987; Bustamante, 2002; Hesmondhalgh, 2002; 2005; Miller/Yúdice, 2004; Pratt,
2005).

Sin embargo este artículo no entrará en ese debate, por lo que mi punto de partida es la práctica concreta de los Ministerios de Cultura y de la UNESCO.
Parto del presupuesto fundamental de que entendemos a la cultura como un bien público y, por lo tanto, debe ser objeto del poder público su rectoria.
Existen varias definiciones de cultura que, no obstante, desde una mirada antropólogica y sociologica, existen ciertos consensos, en ese sentido recomendamos revisar (Williams, 1994; García Canclini, 1982). Desde esa perspectiva la UNESCO en su Declaración de México sobre Políticas Culturales, (1982), definió a la cultura como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social.
Ella engloba además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias. Es importante recordar que la primera vez que se planteo la idea de políticas culturales en la UNESCO fue en 1969 con el texto Cultural Policy: a Preliminary Study. Paris: UNESCO.
 )
En este sentido, observo que el ámbito que compete a las políticas culturales son los siguientes rubros: las artesanías, las bellas artes pintura, escultura, arquitectura,música clásica-, las artes escénicas, el patrimonio cultural5 inmaterial -las leyendas, las costumbres, las tradiciones o, incluso, la gastronomía- y material -museos, sitios
arqueológicos, reservas naturales, etc.- y; las industrias culturales6-televisión, radio, cine, periódicos, revistas, libros, grabación de música, videojuegos y la publicidad, así como las distintas expresiones de éstos en el Internet (Gómez, 2008)-.
En algunos países también se incluye a los deportes profesionales y al turismo dentro del sector cultural. En este sentido, coincido con el investigador Británico Andy Pratt, cuando plantea que no necesariamente debe de haber una definición universal de las formaciones culturales situadas en tiempos y espacios, la respuesta debe de ser local en términos de definición cultural y política (Pratt,
2005:33).

El Patrimonio Cultural, desde la perspectiva de la UNESCO, constituye la herencia que nos han transmitido nuestros ancestros de generación en generación y que encierra lo mejor y mássignificativo de las personas, de un pueblo o de una unión de pueblos que conforman una nación.
Entendemos a las industrias culturales como aquellas instituciones que están directamente relacionadas con la producción social de sentido (Hesmondhalgh, 2002:11) en forma de mercancias y bajo las condiciones del capitalismo de mercado (Garnham, 2000:39).
Otro aspecto que hay que distinguir sobre las especificidades de las industrias culturales, siguiendo a Hesmondhalgh, es que sus productos tienen como su principal objetivo la comunicación de un texto simbólico, una historia, un relato, melodía, una idea, etc-. Esto es importante señalarlo para distinguir, por ejemplo, lo que significa un automóvil, pues este puede ser pensado como un producto cultural, sin embargo, a diferencia de los productos de las industrias culturales, el principal alcance del automovil no es el sentido o lo simbólico, sino el transporte (Hesmondhalgh, 2002:12). En otras palabras, su particularidad se relaciona directamente con su valor de uso, aunque su valor de cambio esté relacionado directamente con su valor simbólico.
Otro aspecto que hay que plantear en este apartado es que dentro del conjunto de las políticas culturales deben estar contempladas en un subconjunto las políticas de comunicación, puesto que la relación intrínseca entre la comunicación y la cultura es ineludible y ambas se dan sentido (Barbero, 2008).
No obstante, se advierte que en la actualidad la transversalidad de políticas públicas, en general, están siendo articuladas desde lo económico y, en el caso de las políticas de comunicación la centralidad de lo tecnológico es dominante (Garnham, 2005).
Antecedentes
La investigación se enmarca en los últimos 15 años de políticas culturales en México en el contexto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte entró en vigor en 1994-, desde entonces las controversias no han sido pocas, distintos sectores de los tres países miembros se han quejado sobre varios rubros (Vega, 2005). Asimismo la interdependencia económica, la inversión y los flujos migratorios entre los tres países se han incrementado (Weintraub, 2004). Sobre todo se advierte una interdependencia económica activa entre EE.UU. y Canadá y entre EE.UU. y México. En cambio la relación comercial Canadá-México sigue siendo poco significativa.
Las asimetrías entre los tres países del TLCAN son amplias, sobre todo en términos socioeconómicos, por ejemplo, mientras que el Producto Interno Bruto Per capita de Estados Unidos era de 45,845 dólares y el de Canadá de 38,435; el de México a penas era 12,774 mil dólares en el 2007.
En ese mismo sentido si revisamos el índice de desarrollo humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), México se encuentra en el lugar número 51, mientras que Canadá y EE.UU en los lugares 3 y 15 a nivel mundial, respectivamente (UNDP, 2008). México ocupa una extensión cercana a los 2 millones de km², tiene una población de 105 millones de habitantes, por lo que se trata de la nación hispanohablante con mayor población. Por otra parte, el español convive en México con 62 lenguas indígenas, reconocidas oficialmente como nacionales por el Estado mexicano. La población étnicamente está repartida en un 75% por mestizos, 12% por indígenas; 12% de origen europeo y el restante 1% esta compuesto por Afro-mexicanos, Asiático-mexicanos y Arabigo-mexicanos (INEGI, 2005).
En cuanto su forma de gobierno es una República Federal y es considera como una nación en transito hacia la normalidad democrática desde la segunda mitad de los años noventa.
En el caso específico de esta investigación, está centrada en lo referente a las políticas culturales, que antes de la firma del TLCAN generó intensos y significativos debates en México. Sobre todo por que el gobierno mexicano no recurrió a la cláusula de la excepción cultural que el gobierno canadiense había incorporado en el Canada-U.S. Free Trade Agreement- CUSFTA- en 1989 (Mosco, 1990:46).
El intercambio comercial entre Estados Unidos y Canadá asciende a un valor medio diario de 1.200 millones de euros. Es la relación comercial bilateral más intensa del mundo (El País, 18 de Febrero,
2009).
El PIB de los tres países en el 2006 eran los siguientes: Canadá 1,201 miles de millones de dólares, México 1,267 miles millones de dólares y; EE.UU. 13,132 miles de millones de dólares (OCDE,
2008).
En ese Acuerdo bilateral “Las industrias culturales están eximidas de las disposiciones de este acuerdo” (Artículo 2005(1)). Por lo tanto, consiguieron proteger, en parte, a las industrias culturales canadienses, logrando no ser incluidas en el libre flujo de mercancías e inversiones (Bonfil Batalla, 1992:159).

Es importante recordar que ese Acuerdo impulsado en los años ochenta, por el entonces presidente republicano, Ronald Reagan planteó una nueva relación entre los dos países norteamericanos y, sobre todo, mostraba la propuesta estadounidense para dirigir la economía mundial (Mosco, 1990).

Es decir, este Acuerdo fue planteado en función de las lógicas comerciales y políticas que los Estados Unidos buscaban impulsar en los acuerdos comerciales internacionales como el GATT- en la Ronda de uruguay de 1993- y posteriormente en el TLCAN. Vicent Mosco entendió al acuerdo de libre comercio como un discurso, es decir, en sí mismo es un producto cultural con unas visiones y un lenguaje que reflejan la cultura del capitalismo estadounidense. Esencialmente, el FTA es una exportación cultural de EE.UU. a Canadá, y que, si tiene éxito, se exportará a otros países (Mosco, 1990: 45).

En este sentido coincidimos con Mosco e incluso, podemos decir que, justamente es desde esa perspectiva como entendemos las problemáticas, distorsiones y contradicciones que ha agudizado el TLCAN después de quince años de vigencia, puesto que las lógicas y características desde las que fue planteado no eran acordes a las características culturales y condiciones socioeconómicas de gran parte de la población mexicana.

En cambio, el TLCAN está hecho a la medida de las características y necesidades de las grandes empresas transnacionales y de los grandes capitales de los tres países. En donde los estadounidenses son mayoría.
Debemos recordar que el objetivo de la administración Salinas (1988-1994) con el TLCAN y su proyecto económico era el de acelerar la modernización de México por medio de la inversión privada, tanto nacional como extranjera, las mismas que crearían un gran número de fuentes de trabajo y mejoraría los niveles de desarrollo. En resumen el gobierno encabezado por Salinas promovió la idea de que la firma del Tratado le abría a México las puertas al primer mundo (De la Garza y Velasco, 2000).

Rodrigo Gómez García, Profesor investigador de tiempo completo (TC) en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Cuajimalpa. Actualmente coordina el Observatorio de las Industrias, las Políticas y los Consumos Culturales en dicha universidad. En el 2008 obtuvo el donativo Faculty Research Program (FRP) otorgado por la Embajada Canadiense para hacer un artículo de investigación sobre las industrias culturales mexicanas y canadienses en el marco del TLCAN. Ex presidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación 2007-2009.

EMAIL: rgg28jaguar@gmail.com y rgomez@correo.cua.uam.mx.
 

viernes, 19 de agosto de 2011

MULTIMEDIA: PINTOR: PABLO PICASSO

Biografía de Pablo Picasso
Artista español: Pablo Ruiz Picasso, nació en Málaga, España en 1881 y murió en - Moulins, Francia, 1973). Hijo del también artista José Ruiz Blasco.
En 1895 se trasladó con su familia a Barcelona, donde el joven pintor se rodeó de un grupo de artistas y literatos, entre los que cabe citar a los pintores Ramón Casas y Santiago Rusiñol, con quienes acostumbraba reunirse en el bar Els Quatre Gats.

Entre 1901 y 1904 Pablo Picasso alternó su residencia entre Madrid, Barcelona y París, mientras su pintura entró en la etapa denominada período azul, fuertemente influida por el simbolismo. En la primavera de 1904, Picasso decidió trasladarse definitivamente a París y establecerse en un estudio en las riberas del Sena.
En la capital francesa trabó amistad, entre otros, con los poetas Guillaume Apollinaire y Max Jacob y el dramaturgo André Salmon; entre tanto, su pintura experimentó una nueva evolución, caracterizada por una paleta cromática tendente a los colores tierra y rosa.
Al poco de llegar a París entró en contacto con personalidades periféricas del mundillo artístico y bohemio, como los estadounidenses Leo y Gertrude Stein, o el que sería su marchante por siempre, Daniel-Henry Kahnweiler.
Hacia finales de 1906 Pablo Picasso empezó a trabajar en una composición de gran formato que iba a cambiar el curso del arte del siglo XX: Les demoiselles d'Avignon. En esta obra cumbre confluyeron numerosas influencias, entre las que cabe citar como principales el arte africano e ibérico y elementos tomados del Greco y Cézanne. Bajo la constante influencia de este último, y en compañía de otro joven pintor, Georges Braque, Pablo Picasso se adentró en una revisión de buena parte de la herencia plástica vigente desde el Renacimiento, especialmente en el ámbito de la representación pictórica del volumen: fue el inicio del cubismo.
A partir de 1909, Picasso y Braque desarrollaron dicho estilo en una primera fase denominada analítica.
En 1912 introdujeron un elemento de flexibilidad en forma de recortes de papel y otros materiales directamente aplicados sobre el lienzo, técnica que denominaron collage.



La admisión en el exclusivo círculo del cubismo del pintor español Juan Gris desembocó en la etapa sintética de dicho estilo, marcado por una gama cromática más rica y la multiplicidad matérica y referencial.
Entre 1915 y mediados de la década de 1920 Picasso fue abandonando los rigores del cubismo para adentrarse en una nueva etapa figurativista, en el marco de un reencuentro entre clasicismo y el creciente influjo de lo que el artista denominó sus «orígenes mediterráneos».
Casado desde 1919 con la bailarina rusa Olga Koklova y padre ya de un hijo, Paulo, Pablo Picasso empezó a interesarse por la escultura a raíz de su encuentro en 1928 con el artista catalán Julio González; entre ambos introdujeron importantes innovaciones, como el empleo de hierro forjado.
En 1935 nacería una hija, Maya, de una nueva relación sentimental, Marie-Therèse, con quien Pablo Picasso convivió abiertamente a pesar de seguir casado con Olga Koklova; a partir de 1936, ambas debieron compartir al pintor con una tercera mujer, la fotógrafa Dora Maar.
El estallido de la guerra civil española lo empujó a una mayor concienciación política, fruto de la cual es una de sus obras más conocidas, el mural de gran tamaño Gernika. En 1943 conoció a Françoise Gilot, con la que tendría dos hijos, Claude y Paloma. Tres años más tarde Pablo Picasso abandonó París para instalarse en Antibes, donde incorporó la cerámica a sus soportes predilectos.


CARACARMINA.COM

 
En la década de 1950 realizó numerosas series sobre grandes obras clásicas de la pintura, que reinterpretó a modo de homenaje.
En 1961 Pablo Picasso contrajo segundas nupcias con Jacqueline Roque; sería su última relación sentimental de importancia. Convertido ya en una leyenda en vida y en el epítome de la vanguardia, el artista y Jacqueline se retiraron al castillo de Vouvenargues, donde el creador continuó trabajando incansablemente hasta el día de su muerte.

En lo político, Picasso se declaraba pacifista y comunista. Fue miembro del Partido Comunista francés hasta su muerte, el 8 de abril de 1973 en Notre Dame de Vie (Mougins, Francia) a los 91 años. Està enterrado en el parque del castillo de Vauvenargues (Bouches du Rhone).

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/picasso.htm




jueves, 11 de agosto de 2011

EL ARTE: la belleza parece ser claramente conocida



La belleza no empañada por ningún aura misteriosa, su carácter y naturaleza:
No han me­nester de ninguna teoría metafísica sutil y compleja para ser explicados.
  • La belleza es parte de la humana experiencia, algo palpable e inconfundible. Sin embar­go, en la historia del pensamiento filosófico:
  • El fenómeno de la belleza se ha manifestado como una de las mayores paradojas.
Hasta la época de Kant, la filosofía de la belleza significa siempre un intento de reducir nuestra experiencia estética a un principio extraño  y a sujetar el arte a una jurisdicción extranjera.

Fue Kant, en su Critica del juicio, el primero en     proporcionar una prue­ba clara         y convincente de la autonomía del arte.Todos los sistemas anteriores         buscaban un principio dentro de la esfera del conocimiento teórico o de la vida mo­ral.

Si se le consideraba como una resultante de la actividad teórica  era necesario analizar las reglas lógi­cas a que se conforma esta actividad particular, pero, en tal caso, tampoco la lógica misma representaba un conjunto homogéneo.
Había que dividirla en partes se­paradas y relativamente independientes;  había que dis­tinguir la lógica de la imaginación de la lógica del pensamiento racional, científico.


Alejandro Baumgarten ha llevado a cabo el primer ensayo sistemático y comprensivo para construir una lógica de la imagina­ción, pero tampoco este ensayo,  que en cierto sentido fue decisivo e inestimable, pudo asegurar al arte una verda­dera autonomía.Porque la lógica de la imaginación no podía pretender la misma dignidad que la lógica del intelecto puro.
Si existía una teoría del arte tenía que ser, únicamente, como gnoseología inferior, como un análisis de la porción sensible inferior del conocimiento humano.
Por otra parte, se podía describir el arte como un emblema de la verdad moral.   Era concebido como una alegoría, como una expresión figurada que escondía, tras su forma sensible, un sentido ético. Pero en am­bos casos, tanto en la interpretación moral como en la teórica, el arte no poseía un valor propio e indepen­diente.

En la jerarquía del conocimiento y de la vida humana no era más que  una etapa preparatoria, un medio subordinado y ministerial que apuntaba hacia un fin más alto.

La filosofía del arte nos muestra el mismo conflicto entre dos tendencias antagónicas que encontramos en la filosofía del lenguaje. No es esto una mera coinci­dencia histórica, pues nos conduce a la división básica en la interpretación de la realidad.


El lenguaje y el arte oscilan, constantemente, entre dos polos opuestos, uno objetivo y otro subjetivo. Ninguna teoría del len­guaje o del arte puede olvidar o suprimir uno de estos dos polos, aunque puede hacer hincapié en uno u otro. En el primer caso, el lenguaje y el arte son subsumidos bajo un título común,  la categoría de imitación,  y su función principal es mimética;  el lenguaje se ori­gina en un imitación de sonidos   y el arte en una imitación de cosas exteriores.
La imitación es un ins­tinto fundamental, un hecho irreductible de la natura­leza humana; "la imitación —nos dice Aristóteles—, es connatural al hombre desde la niñez, pues una de sus ventajas sobre los animales inferiores consiste en que es la criatura más mimética del mundo y aprende al principio por imitación".    Es, también, una fuente in­agotable de goce, como se prueba por el hecho de que, no obstante que los objetos mismos puedan ser penosos de ver, sin embargo, gozamos en ver las representacio­nes más realistas de ellos en el arte;
así, por ejemplo, las formas de los animales inferiores o de cuerpos muertos.
Aristóteles describe este goce más bien como una expe­riencia teórica que no específicamente estética.
"Apren­der una cosa es el mayor de los placeres, no sólo del filósofo sino también de todos los demás, por muy pe­queña que sea su capacidad;
la razón de nuestro gozo en ver la pintura es que, al mismo tiempo, uno está aprendiendo, captando el sentido de las cosas, es decir, que el hombre este es así o de otro modo" (Poética, 4. 1448b. 5-17).
A primera vista, este principio parece apli­carse únicamente a las artes representativas, pero fácil­mente se puede transferir a todas las demás formas.
También la música resulta una reproducción de las cosas. El tocar la flauta o el danzar no son, después de todo, más que imitación; porque el flautista o el baila­rín representan con sus ritmos los caracteres de los hombres, y lo que hacen y sufren (ídem, 1. 1447a. 26).
Toda la historia de la poética fue influida por la divisa de Horacio Ut pictura poesis y, según el dicho de Simónides, la pintura es poesía muda y la poesía una pin­tura que habla.


La poesía se diferencia de la pintura por el modo y los medios, pero no por la función gene­ral de la imitación.
Hay que observar que en las teorías más radicales de la imitación no se trataba de restringir la obra de arte a una mera reproducción mecánica de la realidad; todas ellas tenían que permitir, en un cierto grado, la creatividad del artista.
No era fácil conciliar estas dos exigencias. Si la imitación es el verdadero propósito del arte, resulta claro que la espontaneidad, el poder creador del artista será un factor antes perturbador que constructivo.
 En lugar de descubrir las cosas en su ver­dadera naturaleza, falsifica su aspecto. No podía ser negada por las teorías clásicas de la imitación esta per­turbación introducida por la subjetividad del artista, pero podía ser confinada dentro de sus propios límites y sujeta a reglas generales.
Así, el principio ars simia naturae no se mantiene en un sentido estricto y sin com­promisos, porque tampoco la naturaleza misma es infa­lible ni logra siempre sus fines. En semejantes casos el arte viene en ayuda de la naturaleza y la corrige real­mente o la perfecciona.
Ma la natura la da sempre scema,
Similemente operando all'artista
C'ha l'abito dell'arte e man che trema.134

Si "toda belleza es verdad" no toda verdad es nece­sariamente belleza. Para alcanzar la belleza suprema es tan esencial desviarse de la naturaleza como repro­ducirla.

La determinación del grado, de la razón pro­porcional de esta desviación, se convirtió en una de las tareas principales de la teoría del arte.

Aristóteles ha afirmado que, a los efectos de la poesía, una imposi­bilidad convincente es preferible a una posibilidad no convincente.

A la objeción de un crítico de que Zeuxis ha pintado hombres que no pueden existir en la reali­dad, la respuesta justa es que es mejor que los hom­bres tengan que ser como los pintamos, pues el artista debe mejorar su modelo.135

Los neoclásicos —desde los italianos del siglo XVI hasta la obra del abate Batteux, Les beaux arts reduits a un même principe (1747)— arrancaron del mismo principio.

El arte no tiene que reproducir la naturaleza en un sentido general e indiscriminado; reproduce la belle nature. Pero si la imitación representa el propó­sito real del arte, el concepto real de semejante natura­leza bella es muy cuestionable.

Pues ¿cómo podremos mejorar nuestro modelo sin desfigurarlo? ¿Cómo tras­cender la realidad de las cosas sin violar las leyes de la verdad?

Desde el punto de vista de esta teoría, la poe­sía y el arte en general no alcanzan a ser más que una falsedad agradable.

La teoría general de la imitación pareció mantenerse firme y resistir todos los ataques hasta la primera mi­tad del siglo XVIII, pero, precisamente en el tratado de Batteux, acaso el campeón más resuelto de la teoría,136 encontramos cierta inseguridad con respecto a su vali­dez universal.

La piedra de escándalo de esta teoría ha sido siempre el fenómeno de la poesía lírica. Los ar­gumentos con los cuales trata Batteux de incluir la poesía lírica en el esquema general del arte imitativo son débiles y poco concluyentes. Además, todos estos argumentos superficiales fueron arrumbados por la apa­rición de una nueva fuerza. El nombre de Rousseau señala en el campo de la estética un viraje decisivo en la historia general de las ideas, rechaza la tradición clásica y neoclásica. Para él, el arte no es una descrip­ción o reproducción del mundo empírico sino una super­abundancia de emociones y pasiones.

Su Nueva Eloísa resultó ser un nuevo poder revolucionario; desde su aparición, hubo que abandonar el principio mimético que había prevalecido durante varias centurias, dando entrada a una concepción y a un ideal, el del arte "característico".

Desde este punto podemos seguir la marcha victoriosa de un nuevo principio a través de toda la literatura europea. En Alemania, Herder y Goethe siguieron el ejemplo de Rousseau.

De este modo, toda la teoría de la belleza tuvo que adoptar una nueva forma. La belleza, en el sentido tradicional del término, no es en ningún modo la meta única del arte; de hecho, no es más que un rasgo secundario y de­rivado.

No acojamos una concepción errónea —advier­te Goethe a sus lectores en su ensayo sobre La arquitectura alemana—, no permitamos que la doc­trina afeminada de los modernos adoradores de la belleza os haga demasiado tiernos para gozar de una rudeza significativa, pues, de lo contrario, vuestra sensibilidad debilitada no podrá tolerar más que una dulzura insignificante.

Tratan de hacernos creer que las bellas artes han surgido de vuestra supuesta inclinación hacia la belleza del mundo que nos rodea. Esto no es verdad...

El arte es formado mucho antes de ser bello y, sin embargo, es entonces verdadero y grande arte, muy a menudo, más verdadero y grande que el mismo arte bello.

Porque el hombre posee una naturaleza formadora que se despliega en activi­dad tan pronto como su existencia se halla asegu­rada; ...Y así, el salvaje remodela con rasgos extravagantes, formas horribles y colores chillones sus objetos, sus plumas y su propio cuerpo. Y aun­que esta imaginería se compone de las formas más caprichosas, sin proporción de formas, sus partes se corresponden, porque un solo sentimiento las ha creado en un conjunto característico.

Este arte característico es el único verdadero. Cuando actúa sobre lo que se halla en torno suyo, partiendo de un sentimiento interno, único, indi­vidual, original, independiente, sin preocuparse, y hasta ignorando, de todo lo que le es extraño, en­tonces, ya haya nacido de rudo salvajismo o de una sensibilidad cultivada, es completo y viviente.

Con Rousseau y Goethe comenzó, pues, un nuevo periodo de la teoría estética; el arte "característico" ha logrado una definitiva victoria sobre el arte imita­tivo. Para comprenderlo en su verdadero sentido tene­mos que evitar una interpretación unilateral. No basta con poner el acento en el aspecto emotivo de la obra de arte. Es cierto que todo arte característico o expre­sivo se produce por la "inundación espontánea de sen­timientos poderosos". Pero si aceptáramos sin reservas esta definición de Wordsworth nos veríamos conduci­dos a un cambio de signo y no a un cambio decisivo de sentido.

En tal caso el arte seguiría siendo reproduc­tiva pero en lugar de serlo de cosas, de objetos físicos, resultaría una reproducción de nuestra vida interior, de nuestros afectos y emociones.

Empleando una vez más nuestra analogía con la filosofía del lenguaje, po­dríamos decir que en este caso hemos sustituido una teoría onomatopéyica del arte por una teoría interjec­tiva.

No es éste el sentido en que Goethe entendía la expresión "arte característico". El pasaje arriba citado fue escrito en 1773, en su juvenil periodo de Sturm und Drang, pero en ninguna etapa de su vida pudo descuidar el polo objetivo de su poesía.

134 Dante, Paradiso, XIII, v. 76.

135 Aristóteles, op. cit., 25. 1461b.
136 Sin duda, también en el siglo XIX la teoría general de la imitación desempeña todavía un papel importante.   Por ejemplo, es defendida y mantenida en  la obra de Taine, Philosophie de l'art.